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Don Adriano in memoriam A don Adriano in memoriam

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Don Adriano in memoriam
A don Adriano in memoriam

Don Adriano Miguel Oscar Tejada Escoboza, nacido en la calle Colón 27, Moca, República Dominicana (para todos los mocanos y amigos “Linche”), el día 2 de diciembre del año 1948, de pequeño fue un niño tranquilo, discreto, ávido lector... de prodigiosa inteligencia, amó entrañablemente a Moca, donde se crió, y cada vez que se le presentaba una oportunidad lo demostraba sin tapujos.

Le sobreviven sus hermanas Mariana de Jesús (Nela) y Carmen Aracelis. Don Adriano murió en Santo Domingo de Guzmán, en el mismo país de su nacimiento, el día 2 de diciembre del año 2020.

Su hermana Marianela procreó a Carlos Tadeo y Carlos Federico, a quienes él amó como si fueran sus hijos.

Quienes le conocieron dicen que leía un libro y al recomendarlo a sus amigos, mediante un susurro, se limitaba a resumirles: “Léete esto”. De joven practicó futbol, béisbol... Fue árbitro de ambos deportes, compositor, cantante en inglés y español, coleccionista de música, y simultáneamente cultivó la poesía y el teatro.

Casó con Himilce Victoria de Peña Díaz, de cuya unión matrimonial nacieron Himilce Amelia, Carmen Tulia y Miguelina. Con el devenir del tiempo, fruto de la distancia y los estudios en el extranjero dicha unión devino en divorcio. A su vez Himilce Amelia procreó a María Amelia y a Camila Salomé; Carmen Tulia procreó a Himilce del Carmen y a Lucía Esperanza y Miguelina procreó a Enrique Munir y a Sofía Victoria.

En un posterior matrimonio con la mocana Leonor Curiel, procreó a Leonor del Carmen y a María Raquel, quien falleció a los pocos meses de nacida. La madre de ambas falleció en plena adolescencia de su hija sobreviviente Leonor del Carmen, quien no tiene descendencia.

En este momento somos sus yerno quien suscribe, José Daniel, casado con Carmen Tulia; Edwin Munir, casado con Miguelina, y Luís Miguel, casado con Leonor del Carmen.

A mediados del 2016 casó con la también mocana Justina Altagracia Cartagena Ovalles, madre de Pura Amalia, Eduardo Vicente y Ramón Bienvenido (Monchy). A su vez Pura Amalia y Pedro procrearon a Renata, a Mariana y a Victoria. Por su lado Monchy y Milena procrearon a Gonzalo Emilio. Al momento de escribir estas líneas Eduardo Vicente no tiene descendencia. Toda la prole de Justina dice haber encontrado en don Adriano al mejor padre y abuelo del mundo.

El deceso de don Adriano ocurrido exactamente al cumplir 72 años de edad, a pocas semanas de haber renunciado, “sin agravios”, como director de Diario Libre, luego de desempeñarse en ese puesto por 16 años. En ese momento, lleno de planes, nos dijo: “...Para dedicarme a mi esposa, hijos y nietos, a quienes he robado mucho tiempo y escribir varios libros, entre ellos uno sobre los orígenes de su Moca”.

Al faltarnos físicamente, hoy cada miembro de su familia extendida, nos encontramos devastados. Sus pequeños nietos, en boca de la inocencia de Lucía Esperanza (nieta, quien jugaba a ser la profesora de él y de Justina y ellos sus alumnos) no entienden porque “entre tantos abuelos Dios tuvo que llevarse a mi abuelo Linche”. La única repuesta que le di fue: “Dios se llevó para el cielo a don Adriano para escribir editoriales y AMs”.

Su ausencia física, entre otros, nos enseña el siguiente decálogo:

1.-Ser amorosos, de trato ligero y amable;

2.-Evitar el aislamiento provocado por nuestros apellidos y mantenernos como una única familia;

3.-Más que ser tolerantes con los demás, disfrutar nuestras diferencias, poniéndonos siempre en los zapatos ajenos y enriquecer nuestro limitado punto de vista.

4.-Que sin importar las precariedades podemos ser excelentes en todo lo que hagamos;

5.-Ante alguna crítica recibida es más elocuente responder con el oportuno silencio y la distancia saludable de quien actuó con la mayor lealtad y respeto a la dignidad humana;

6.- Que doquiera que vayamos seamos luz, sin importar que seamos un radiante sol o una luciérnaga;

7.-Reírnos de la vida, jamás de otro, solo es válido reírnos de nosotros mismos porque en ello no hay afrenta a terceros;

8.-Aunque estemos ocupados enseñar mediante una narrativa cargada de humor;

9.-Al emitir una crítica tratar de que sea impersonal, utilizar la crítica social, constructiva, conllevando una eventual solución al problema planteado;

10.-Trabajar incesantemente, con toda humildad, en nuestra propia superación, no en superar a los demás, en consecuencia, mostrarnos humildes ante las victorias, los halagos y los reconocimientos.

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