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Ramón y Tina: más de 60 años de matrimonio en amor y respeto

Son padres de diez hijos, quienes les han dado 28 nietos y 20 biznietos

Ramón y Tina: más de 60 años de matrimonio en amor y respeto

Esta historia es parte del especial “Las familias dominicanas ahora” de Diario Libre, realizado por Mariela Mejía, Wander Santana, Pedro Sánchez y Rossanna Figueroa.

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Llevan 62 años de matrimonio. Él tiene 85 años y ella 83. Se conocieron en la década de 1950, en plena dictadura, en el sector Sabana Perdida, en el que en la época había muchas fincas y potreros. Él trabajaba en una propiedad de una tía suya y ella era solo una señorita que vivía con sus padres. En ese tiempo, eran prácticamente dos mozalbetes.

Se trata de Ramón Alcántara Ramírez (Moncomí) y de Ernestina Crisóstomo Guzmán (Tina), dos jóvenes que, otrora, soñaban con un matrimonio para toda la vida y una larga familia. Esa ha sido la realidad de esa unión, tras haber contraído matrimonio en 1958, luego de un año y tres meses de un noviazgo que unió en compromiso a dos familias: la Alcántara y la Crisóstomo.

Moncomí era un muchacho de menos de 20 años y ella una joven señorita que salía a penas de la adolescencia. Se enamoraron en la procesión de un Domingo de Ramos, cuando iban a participar en la misa de inicio de la Semana Santa, en 1956.

Dos años después, en 1958, contrajeron matrimonio por la Iglesia católica, devoción que siempre los ha unido, procreando a una familia que, en principios estuvo conformada por diez hijos. Dos de ellos ya fallecieron. Sus hijos les han dado 20 nietos y 22 bisnietos.

“Ramón estaba enamorado de mí”

Doña Tina, con sus encantadores 16 años, escuchaba que Ramón estaba enamorado de ella, pero cuenta que su enfoque estaba en las actividades en las que participaba en la iglesia. Era parte de la comunidad Las Hijas de María.

Con relación al matrimonio, dijo, que su anhelo fue siempre casarse por la iglesia y procrear una gran familia con el esposo que escogiera. Así ocurrió y Ramón fue el elegido.

“Siempre dije que de mi casa salía casada. Un Domingo de Ramos salí para la iglesia, que estaba como a cinco kilómetros y vi que Ramón salió en su caballo, con un ramo más grande que su nombre. Ahí fue que dije, bueno, ese es el hombre para casarme, porque por la ventana no me voy a ir y, además, soy de Las Hijas de María”, recuerda.

Él siguió enamorado desde ese día y posteriormente se produjo el compromiso para el matrimonio.

“Duramos un año y tres meses de novios y luego nos casamos”, precisa doña Tina. Tras la unión, comenzó a crecer la familia, diez hijos conformados por ocho hombres y dos mujeres. Dos de ellos fallecieron.

Criar en Las Cañitas

Como joven matrimonio y familia desprovista de abolengo social, Ramón y Tina tuvieron que comenzar a trillar el camino como pareja que quería tener hijos. Es así como se mudaron al barrio Las Cañitas, en la parte alta de la capital, donde perduraron 26 años allí y donde nacieron los niños.

Y es que, como en la tradición dominicana reza el refrán que “el que se casa, casa quiere”, don Ramón decidió alquilar una vivienda en Las Cañitas y poco tiempo después, dice doña Tina, compró un “ranchón” por RD$90 en el mismo sector, para poder criar a sus hijos.

“Nosotros tuvimos nuestros hijos en sectores pobres de la capital. Mi esposo fue chofer en Agricultura y yo tenía un negocio en la casa. Vivía de los negocios, que era lo que me gustaba. Vendía pollos y todas las cosas que podía desde la casa”, rememora.

De su lado, don Ramón, que es de poco hablar, dice: “Después que nacieron los niños duramos un tiempo viviendo en Las Cañitas y luego nos mudamos a Sabana Perdida”. Expresa, además, que los últimos 12 años los pasaron en la casa en donde residen, ubicada en Santo Domingo Este. Es el lugar preferido para reunir a la familia los fines de semana y en cualquier momento especial.

Hablan con orgullo de sus hijos: Justo, Agapito, Aurelio, Emeterio, Epifanio, Víctor, Isidro, Rosa, Israel y Dionisia, quienes les han dado 28 nietos y 20 biznietos. El amor es incondicional a todos, recuerdan con añoranza a los que fallecieron y resaltan al exgrandes ligas y referente ofensivo de los Tigres del Licey, Israel (Isis) Alcántara; la periodista Rosa Alcántara y el profesor Emeterio Alcántara.

Para levantar esa familia, don Ramón realizó todas las labores que pudo: fue chofer de carro público (en alquiler), vendió frutas en una camioneta, vendió quinielas con su burro por las calles, fuegos artificiales -cuyo negocio lo perdió por un incendio que provocó un montero o tumba gobierno-, y también vendía rifa en la casa.

Desde que contrajo matrimonio con doña Tina, recibió el apoyo de su madre Rosa, quien trató a su esposa como una verdadera hija y la ayudó con el cuidado y crianza de sus hijos.

“Nunca hemos peleado”

Como si se tratase de una historia de amor, los octogenarios esposos dicen que en sus 62 años de matrimonio nunca han tenido una discusión que haya puesto en peligro el matrimonio ni a la familia.

Ambos conservan la picardía del amor a primera vista y confiesan que no tienen la fórmula para haber mantenido una unión por tantos años.

“No hay fórmula para permanecer tanto tiempo juntos, pero recomiendo a los jóvenes que en una unión haya amor y respeto, para que no haya pleitos y desconsideraciones”, resalta don Ramón.

Y añade: “A los hijos siempre les dijimos que, si se iban a casar, debían ser tranquilos con sus compañeros. Nosotros nunca hemos peleado”.

Aún hay más de sus sabios consejos: “Queremos decirles a los jóvenes que se lleven de nosotros, que tenemos tanto tiempo juntos, con amor y respeto y no peleamos, nunca hemos peleado gracias al Señor”, dice con voz pasiva Ramón Alcántara.

En tanto que, doña Tina resalta que las situaciones difíciles que como familia han tenido que pasar, han estado cifradas en hechos no provocados por ninguno de los dos. Han tenido que sufrir la pérdida de dos de sus hijos y la gravedad de un tercero, fruto de un atraco a mano armada que lo llevó al hospital por mucho tiempo.

“Nunca hemos peleado, pero no porque todo ha sido color de rosas, pues hemos visto tiempos muy difíciles. Nos casamos en el 58, en el Gobierno de la dictadura; después llegó Balaguer, vimos la Revolución de Abril de 1965, fueron tiempos difíciles, pero siempre nos mantuvimos juntos”, expresa doña Tina.

Explica que, a sus 83 años y a los 85 de su esposo, la mayor felicidad para ellos es ver hoy día que sus hijos son hombres y mujeres de bien.

“Nosotros nos hemos mantenido bien, porque estamos con Dios, oramos mucho. A las 3:00 de la tarde hacemos el rosario a la virgen de La Altagracia, vamos a la iglesia y pedimos al Señor que nos mantenga en esa unidad. Nosotros somos firmes en nuestra Iglesia católica”, manifiesta.

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Profesional del periodismo egresada de la UASD. Cuenta, además, con un Postgrado en Relaciones Públicas, de la UCSD; y una maestría en Mercadeo, de la PUCMM.