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Recuerdo innecesario

Estar conscientes de su potencial destructivo no implica, sin embargo, que hayamos dejado de contribuir a que sus consecuencias sean más graves.

Un nuevo aniversario del huracán San Zenón trae consigo las habituales reseñas de lo que aconteció en el país por causa de su indeseable visita. Casi alcanzando la distinción de ser colocado en la categoría 5 a su entrada en la ciudad capital, la máxima en la escala, el huracán hizo añicos las estructuras de madera y zinc y dejó a su paso una impresionante estela de destrucción. David, años después, le superó en intensidad y también ocupa un lugar destacado en la historia de las devastaciones que los ciclones de diferente calibre han causado en esta isla a lo largo de los siglos.

Pero no es necesario remontarse a esos eventos del pasado para recordar nuestra exposición a esos episodios recurrentes, pues los que ocurren actualmente se encargan de que los tengamos muy presentes. Estar conscientes de su potencial destructivo no implica, sin embargo, que hayamos dejado de contribuir a que sus consecuencias sean más graves. Pueden citarse en ese sentido la construcción de viviendas en zonas vulnerables, la interrupción de las vías naturales de drenaje, y la sedimentación de ríos y arroyos que propicia las inundaciones.

En las áreas agrícolas se pueden constatar las limitaciones de la cobertura de seguros y las precariedades de las instalaciones, las cuales colocan a los productores en condiciones de alto riesgo. Su capacidad de recuperación de los perjuicios sufridos es afectada también por su escasa disponibilidad de recursos económicos.

En las zonas urbanas son notorios los daños derivados de la caída de árboles sobre casas, vehículos y el tendido eléctrico, a los que se suman los provocados por la deficiente construcción de grandes anuncios comerciales y por la carencia u obstrucción de cloacas y filtrantes. La irresponsabilidad y desorden prevalecientes en el desarrollo de proyectos de urbanización ha sido una causa importante de ese cuadro de calles y edificaciones anegadas, circuitos de energía inoperantes y caos absoluto en las actividades.

Doctor en Economía de Columbia University especializado en empresas, mercados, pronósticos y riesgo.