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Capital italiano en la economía moderna de la República Dominicana

Extracto de Arturo Martínez Moya, miembro de la Junta Monetaria del país, contenido en el libro “El Legado Italiano en República Dominicana. Historia, Arquitectura, Economía y Sociedad”

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Capital italiano en la economía moderna de la República Dominicana
Parte de la directiva de la nueva Cámara de Comercio Dominico-italiana, durante el lanzamiento de la misma. En la foto: Francesco Alfieri, Celso Marranzini, Jeanne Landois, Giuseppe Bonarelli, Guillermo Rodríguez Vicini, Angelo Viro y Manuel Pellerano. 3 de octubre, 2019. (CÁMARA DE COMERCIO DOMINICO ITALIANA)

Este trabajo es sobre la presencia del capital italiano en la economía desde el último cuarto del siglo XIX. Como pionero y compitiendo en actividades como intermediación financiera, industria azucarera, fábrica de vidrio, calzados, medicamentos, farmacia, distribución de vehículos de motor, tiendas de repuestos, cine, restaurantes, generación de energía eléctrica en Puerto Plata, la Vega y Moca, construcción de presas, desarrollo de zona turística y periódico, Arturo Pellerano Alfau fundó el Listín Diario en 1889, uno de los matutinos más respetados y tradicional del país.

En la segunda mitad del siglo XIX aumentó la necesidad de capital de trabajo en la agricultura comercial, siendo oportuna la intermediación de Miguel Ventura y Juan Bautista Vicini Canepa (1847-1900), al que llamaban Baciccia. Contribuyeron a reducir el costo del dinero, de 10% a 3% anual, en 1897, 1898 y 1899, cuando agresivos intermediarios alemanes y estadounidenses, principalmente, controlaban la finanza y el comercio al por mayor.

No se entienden las razones del empuje de la economía a una tasa media anual de 3.25% de 1850 a 1900, de 4.70% en los primeros 50 años del siglo XX y 5.20% de 1951 a 2000, sin conocer la historia de la fuerte presencia del capital y talento empresarial de nacionales italianos en las actividades económicas del país, y de manera especial en el azúcar, el principal producto de exportación.

Industria azucarera

La industria azucarera, en su segunda etapa, fue impulsada por el capital de empresarios cubanos desplazados por la guerra en Cuba de los 10 años (1868-1878), y de Juan Vicini Canepa. Instalaron trapiches con avances tecnológicos alrededor de Azua y Baní en la década de los 70, y en Puerto Plata, el cubano-nacionalizado estadounidense Carlos Loynaz, construyó y operó el ingenio Isabela en 1872.

Fue el inicio del proceso de sustitución de la atrasada tecnología de los trapiches a tracción animal utilizada desde el siglo XVII, caracterizada por la extracción del jugo de la caña con rodillos de madera, movidos por la fuerza de un caballo o un buey, luego se colaba el guarapo o jugo y se cocía en grandes pailas de cobre para fabricar melao y azúcar para el consumo interno.

Entre 1875 y 1882 se construyeron 30 factorías de azúcar con molino de vapor, incluyendo las haciendas Bayona, Santa Ana de Engombe y Guagimía de los Caballeros. En 1875 Joaquín Delgado construyó el ingenio La Esperanza en 1875, y el cubano Juan Amechazurra inició la construcción del ingenio Angelina, en el margen oriental del río Higuamo de San Pedro de Macorís; culminó en 1879.

Juan Bautista Vicini Canepa, construyendo, adquiriendo y fusionando ingenios, inicia en 1878 su profunda imbricación en la actividad, consolidando sus operaciones en The General Industrial Corporation y en la Vicini Estate Corporation. En sociedad con Sánchez-Damiron construyó el ingenio Santa Elena, ubicado alrededor de Santo Domingo; adquirió el Central Encarnación, construido por el cubano Francisco Saviñón; también El Constancia y El Santa Elena, los cuales fusionó con la hacienda Constancia fundada por Joaquín Heredia. Adquirió la hacienda Ocoa de Zanetti y Compañía, el ingenio Angelina del cubano Juan Amechazurra e instaló el Central Italia en Azua.

En casi 800 hectáreas en Yaguate, en la Caoba Corcovada, San Cristóbal y cerca de Nizao, construyó la hacienda Italia, la más completa del país por sus equipos mecánicos, fabricados por la compañía francesa Fives-Lille, y capacidad de producción.

En 1883 y 1884 rescató unidades productivas quebradas por caída de precio en el mercado internacional por excesiva oferta de azúcar de remolacha subsidiada en países europeos.

Para agilizar los embarques de azúcar, en Palenque, instaló un puerto y vía férrea con camino de hierro de 12 kilómetros de extensión, al que incorporó ferrocarril y vagones.

Desde Gran Bretaña importó máquinas trituradoras y facilidades auxiliares en 1896 y 1897, aumentando la productividad de las fábricas y poniéndolas en condiciones de competir en los mercados de exportación.

Para aprovechar los mejores precios del azúcar en los mercados externos, concentró las ventas en la oficina comercializadora que instaló en Nueva York. Sus iniciativas innovadoras continuaron con otras generaciones; José María Vicini Cabral en 1968 introdujo las primeras cosechadoras de caña y en la década de los 70 transformó el Ingenio Cristóbal Colón en el más moderno del país.

Empresas de diferentes nacionalidades invirtieron en caminos de hierro y ferrocarriles: la escocesa Baird construyó 100 kilómetros en los trayectos Samaná-Santiago; la Compañía Scottish, que construyó hasta el Puerto de Sánchez, y la empresa Shore Line Railroad la vía Santo Domingo-San Cristóbal.

La economía también se benefició con la mayor velocidad de la comunicación y reducción del costo de transporte de mercancías y personas en los mares. La Compañía Telegrafic de las Antillas construyó las líneas Santo Domingo-Puerto Plata de 250 kilómetros, la Vega-Sánchez de 100 kilómetros, Santiago-Montecristi de 130 kilómetros, para un total de 480 kilómetros.

La Clyde Steamship Company, que había vinculado comercialmente el país con los Estados Unidos desde la Separación de Haití en 1844, aumentó la oferta de transporte marítimo de cargas y pasajeros. La excesiva tarifa que cobraba fue abaratada por competencia de Vicini Canepa. En 1905 el gobierno redujo el cargo a buques en los puertos del país, devaluando el flete marítimo.

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Puede seguir leyendo el artículo completo consultando la página Ciaosantodomingo.com.

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