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La historia de Frank Rainieri Marranzini: el hacedor de sueños

Extracto de Mu-Kien Adriana Sang Ben, directora del Departamento de Educación e Historia de la PUCMM, contenido en el libro “El Legado Italiano en República Dominicana. Historia, Arquitectura, Economía y Sociedad”

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La historia de Frank Rainieri Marranzini: el hacedor de sueños
Haydée Kuret de Rainieri, el embajador de italia, Andrea Canepari, y su esposa, Roberta Canepari, y Frank Rainieri. Santo Domingo, 29 de mayo, 2019. (FUENTE EXTERNA)

Se preguntaban los profesores Antonio Elizalde y Eduardo Yentzen: «¿Qué sería de la existencia sin referentes futuros, deseables, soñables y potencialmente vivibles? ¿Sería posible vivir sin sueños de algo mejor?». Se respondían a sí mismos que el imaginario se ha ido instalando en el mundo que vivimos y se ha convertido en un elemento constitutivo en la historia de la humanidad, hecho este que se traduce en «la capacidad de soñar con un mundo distinto y mejor al que hemos sido capaces hasta ahora de construir». La utopía, siguen diciendo los autores, es ante todo una «tensión escatológica, es decir, como aquello que no está en el presente pero que podría estar en el futuro, ha acompañado al acaecer humano desde los orígenes de la historia. Es posible sostener que la historia requiere de una escatología, y por tanto de utopías».

Así pues, puede afirmarse que es la propia condición humana la que nos ofrece aquello que es único entre los seres vivos: nuestra capacidad de imaginar escenarios distintos a la realidad que vivimos y con ello poder salir de las limitaciones que nos impone la realidad. Por esta razón, convencidos de que debemos construir y reconstruir la herencia recibida, que la historia se construye con seres que asumen el desafío de transformarla, creemos en la necesidad de valorizar una y otra vez a las utopías, y a los hombres y mujeres que corren tras sus sueños, y no se amilanan ante las adversidades.

El origen de un soñador

Frank Rainieri Marranzini siempre ha sido un soñador que trabajó duramente para hacer realidad su propia utopía. Conocer su historia es una delicia, porque se evidencia con creces que se puede correr tras los sueños aún con los vientos en contra.

Sus dos apellidos evidencian que sus abuelos maternos y paternos llegaron a finales del siglo XIX y principios del XX procedentes de Italia. Los señores Isidoro Rainieri y Bianca Franceschini de Rainieri llegaron al país en el 1898 y se asentaron en Puerto Plata. Engendraron nueve hijos: dos varones y siete mujeres. Necesitados de medios para vivir, decidieron incursionar en algo nuevo para la época: hoteles. Así, en Puerto Plata instalaron el Gran Hotel Rainieri y en Santiago el Hotel Comercio.

La vida sonreía hasta que, en el año 1912, el señor Isidoro murió dejando a doña Bianca viuda con apenas 35 años. Poco después también murió su hijo mayor. La viuda mantuvo unida la familia. Sus hijos crecieron, hicieron sus vidas y crearon sus propios proyectos de vida. De ahí nacieron las familias: Imbert Rainieri, Ginebra Rainieri, Harper Rainieri, Maltes Rainieri y Barletta Rainieri. Francisco, el único varón que sobrevivió, se casó con doña Venecia Marranzini, descendiente directa de italianos, viuda y con un pequeño hijo que se llamaba Luis Manuel Machado, que fue adoptado por Francisco como si fuera suyo. Luego nacieron dos pequeños más: Frank y Fernando.

La familia pasó a vivir a Santo Domingo. De hecho, los dos hijos pequeños nacieron en la capital. El cabeza de familia fue durante muchos años gerente de la General Sales Company, que era una compañía familiar que había fundado en Santiago, el tío William Harper, casado con Mafalda Rainieri. Al morir el tío Harper, Francisco tuvo que asumir la dirección del negocio porque sus primos Billy y Franky eran muy jóvenes para asumir las riendas.

Su madre, descendiente de italianos también que llegaron al país a finales del siglo XIX, no se limitó a ser una simple ama de casa. Se había criado junto a su familia alrededor de las actividades comerciales. La más importante y conocida fue la Casa Marranzini, que duró varias décadas, pero quebró con la gran depresión en 1929. Su madre era una negociante nata. Les enseñó a sus hijos el sentido del ahorro, del trabajo duro y honrado. Para completar el ingreso familiar desarrolló muchas actividades con el pequeño comercio. Así pues, la vida de los Rainieri Marranzini, de sus tres hijos Luis, Fernando y Frank, transcurrió durante los 31 años que duró la dictadura de Trujillo.

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Infografía
Corales Golf Club Course en Punta Cana Resort & Club, del Grupo Punta Cana, compañía de la cual Frank Rainieri. Santo Domingo, 29 de mayo, 2019. (FUENTE EXTERNA)

Frank, el hijo más inquieto y rebelde, se convirtió en un desafecto. Dos factores influyeron. En primer lugar, la rebeldía natural de un adolescente a quien la injusticia le molestaba. Por esta razón a los 15 años, por el temor de una represalia del régimen, su madre lo envió a Nueva York. En esa ciudad tuvo que sobrevivir, principalmente a la soledad. Este hecho templó su carácter. En segundo lugar, porque era muy cercano a Antonio Imbert Barrera, a quien su sobrino Frank admiraba, quería y protegía.

El vínculo con Antonio Imbert Barrera, uno de los principales artífices del ajusticiamiento de Trujillo, era familiar. Manuel Imbert estaba casado con Yolanda Rainieri. Familia italiana al fin, se reunían semanalmente y ahí aprendió lo que significaba el concepto de libertad.

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Puede seguir leyendo el artículo completo consultando la página Ciaosantodomingo.com

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