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No, comer saludable no es más costoso

Comparaciones demuestran que el coste por caloría de los alimentos ultraprocesados es al menos un 24 % más caro que el de los cocinados en casa

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No, comer saludable no es más costoso
La crisis económica asociada al COVID-19 ha influido para mal en nuestra dieta. (SHUTTERSTOCK)

Por mucho tiempo, hemos escuchado que comer saludable es más caro, una premisa que, en la mayoría de los casos, nos hemos encargado de repetir, sin siquiera detenernos a pensar qué tan verídica puede ser. Y la verdad es que no hay mucho de cierto en ella. Al menos así lo de dejan saber desde el comparador de seguros Acierto.com, que tras analizar los precios de las diferentes comidas que generalmente consumimos al día, llegaron a la conclusión de que comer de forma saludable es más económico y supone múltiples beneficios para nuestra salud.

Un kilo de cereales azucarados para el desayuno, por ejemplo, ronda los ocho euros en España, mientras que el precio de la misma cantidad de avena se reduce a la mitad. Lo mismo ocurre con la fruta –podemos optar por fruta de temporada–. Por ejemplo, el kilo de manzanas se encuentra alrededor de 1,60, y el yogur a 1,80 por kg.

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Infografía

En las comidas principales ocurre algo similar: las legumbres, el arroz, el pollo, son productos económicos. Y se calcula que medio kilo de lentejas es más económico que medio kilo de nuggets de marca blanca. Por supuesto, esto tiene en cuenta el tiempo, es decir, los guisos podrían tardar algo más en elaborarse. Pero no ocurre lo mismo con las cremas, purés o carnes y pescados a la plancha. Los nutricionistas abogan por una vuelta a la cocina tradicional.

Por otra parte, el coste por caloría de los alimentos ultraprocesados es al menos un 24 % más caro que el de los cocinados en casa. Por no hablar de algunas diferencias que incrementan el coste de comer mal como picar entre horas, consumir refrescos entre horas, etcétera.

Los hábitos de la cuarentena

Curiosamente, las cifras que maneja el portal revelan un mayor índice de obesidad en los estatus socioeconómicos más bajos. En concreto, entre las rentas más bajas la incidencia asciende al 22 %, frente al 9 % de las rentas más altas. Sin embargo, aquí hay que tener en cuenta otros factores como, por ejemplo, que las personas con menos recursos experimentan mayores niveles de ansiedad –relacionados con el emotional eating–, que hace decantarse a estos consumidores por productos hipercalóricos más baratos.

Durante la cuarentena, por ejemplo, los ciudadanos cambiaron sus hábitos en varias ocasiones. De hecho, precisamente al principio los carritos de la compra se llenaron de productos para elaborar repostería, de chocolate y otros alimentos que calman la ansiedad a largo plazo. Sin embargo, a medida que la pandemia avanzaba fueron ganando terreno los frescos.

Pero no solo hay que tener en cuenta el dinero, sino las consecuencias del sobrepeso y la obesidad: mayor riesgo de sufrir diabetes, enfermedades cardíacas, articulares, problemas dentales. Con el coste que eso implica, tanto económico como sobre nuestra salud.

Por desgracia, parece que no sabemos cómo alimentarnos bien. De hecho, más de la mitad de los ciudadanos tienen sobrepeso y uno de cada seis es obeso. Sin embargo, el 80 % de las personas que padecen esta enfermedad, lo ignora. Además, lo curioso del caso es que más de la mitad de los ciudadanos ha estado a régimen alguna vez en su vida y que casi el 84 % declara que intenta incorporar a su vida una dieta más saludable.

La cobertura de nutrición de los seguros de salud puede ser clave para detectar a tiempo algunos problemas relacionados con el peso corporal. En términos mundiales, el índice de obesidad se ha triplicado desde 1975.

Comer bien podría abaratar el seguro de salud

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Infografía

Acierto apunta que la mayoría de seguros incluyen el servicio de nutricionista, un profesional indispensable para aprender a comer de forma saludable. Además, cuidarse también tiene premio en el seguro de salud. Sí, porque alimentarse correctamente reduce el riesgo del cliente, es decir, un paciente sano y con buenos hábitos comporta menos riesgo para la aseguradora. Y consecuentemente, su prima probablemente sea más baja. Asimismo, algunas entidades ofrecen sistemas de recompensas a sus clientes más activos.

Fuente: Acierto.com

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