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Parentalización, cuando los hijos asumen el rol de padres

Las tareas del hogar, el cuidado de los hermanos menores y hasta el rol de cuidadores de sus progenitores son algunas de las ‘obligaciones’ que padres atribuyen a sus hijos, sin tomar en cuenta las consecuencias que esto conlleva

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Parentalización, cuando los hijos asumen el rol de padres
La parentalización se manifiesta según la realidad particular de cada sistema familiar. (SHUTTERSTOCK)

En tiempos en los que los padres están cada vez más ausentes en casa, a fin de llevar el sustento a la mesa, les toca a los hijos asumir más responsabilidades de adultos. Las tareas del hogar, el cuidado de los hermanos menores y hasta el rol de cuidadores de sus progenitores son algunas de las ‘obligaciones’ que recaen sobre los hombros de muchos niños y adolescentes, lo que lejos de aportar a su desarrollo, termina siendo perjudicial.

A esta práctica se le conoce como parentalización, término que hace referencia al intercambio de roles y funciones psicoemocionales y sistémicas dentro de la familia, en la que los hijos asumen la función de los padres, muchas veces a costa del propio desarrollo emocional. Así lo deja saber Oom Blanco (@oom_blanco), neuropsicólogo y terapeuta familiar, quien es enfático al decir que este intercambio de roles se manifiesta en distintas etapas y contextos de la vida personal.

“La expresión de la parentalización se manifiesta según la realidad particular de cada sistema familiar. En la práctica clínica la vemos expresada en dos grandes dimensiones: la parentalización emocional y la instrumental. A veces ambas están presentes”, asegura el especialista.

En la emocional, explica, los niños y adolescentes se convierten en el sostén afectivo de sus padres; se les carga de informaciones que no pueden procesar ni asimilar y de jueces o mediadores en situaciones de conflicto de sus padres. En la instrumental, por otro lado, se les impone hacerse cargo de funciones que deberían desempeñar los adultos y tareas que sobrepasan su capacidad psicológica y física, como cuidar de hermanos aún más pequeños, cuidar la casa, hacer la compra o administrar el negocio.

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¿Qué puede llevar a un padre a parentalizar a su hijo? “Hoy sabemos que la conducta surge de forma compleja, no por elementos absolutos y deterministas, es decir, no es una relación causal. Entendido esto en las familias con hijos parentalizados, en ocasiones las necesidades de los padres no fueron satisfechas por sus propios progenitores y el deseo de verlas satisfechas se transfiere a sus descendientes”, responde Blanco. A eso añade que desarrollar un estilo de apego del que a veces no son conscientes o haber vivido traumas que no han podido superar, muchas veces es lo que lleva a los adultos a mantener una relación particular con sus propios hijos.

Los contextos familiares y las situaciones personales más proclives a que se cruce esta línea, dice, pueden ser familias donde hay un duelo que no se ha podido resolver de forma adaptativa, y los hijos se convierten en cuidadores de sus padres, o tras un divorcio, cuando los roles no se distribuyen bien y los menores deben asumir responsabilidades que no les corresponden. Asimismo, pasa cuando hay una enfermedad moderada o crónica, patología mental o psicológica en los padres o cuando el hijo, en este caso adolescente, es el sostén económico del hogar, y pasa a ser la figura de referencia y autoridad ‘paternal’ del sistema familiar.

Los niños y adolescentes parentalizados desde fuera parecen el modelo de hijos ideal: son obedientes, sumisos, no reclaman y se confunde esa ‘madurez emocional’ con la respuesta que dan a la negligencia emocional parental, en la que el niño solo se ha ido desconectando de sí mismo, revela el psicólogo. “Como no están preparados para sostener a sus familias, necesitan desconectarse de su ciclo vital, generando una identidad falsa y una autocomprensión que no les es sostenible en la etapa del neurodesarrollo en la que se encuentran. Tienen que crecer demasiado rápido y eso les impide conectar con sus propias necesidades y sus propios deseos, que dejan atrás”.

Consecuencias a corto y largo plazo

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El experto en conducta humana advierte que la inversión de roles puede tener graves consecuencias, no solo en la infancia y adolescencia; también a largo plazo. Una vez llegados a la adultez, estos niños tienden a normalizar que el bienestar de los demás esté por encima del propio, sintiéndose culpables y despreciables si priorizan sus necesidades o se atreven apenas a reconocer y defender sus deseos. “Normalmente presentan muchas dificultades para crear su propio proyecto de vida, carecen de autocuidado y viven responsabilizándose, una y otra vez, de la dificultad ajena”, expresa.

¿Qué hacer? La recomendación de Blanco para un padre que parentaliza o un hijo que se siente parentalizado es buscar ayuda. El reconocimiento de esta situación y su acompañamiento, puntualiza, debe hacerse siempre en terapia, con profesionales debidamente colegiados y facultados para ello.

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Periodista de Revista. Me apasiona escribir sobre salud mental y relaciones de pareja. De no ser periodista, sería psicóloga con un blog.