×
Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales

Rescate sin flotador

En lugar de la unidad inmediata, los partidos reafirmaron que medirán en mayo las fuerzas respectivas

Expandir imagen
Rescate sin flotador
Rescate RD.

Sé que transito un tiempo caducado. Que perdí el momento a causa de la fuerza mayor del Viernes Santo, día de silencio en Diario Libre. Entre esta columna y el acto que comenta, el de Rescate RD, transcurrieron once largos días durante los cuales la vorágine informativa y el asueto engulleron su ralo efecto porque, a contracorriente del propósito, había terminado en oxímoron: la unidad de cada uno por su lado.

En el modo típico de la política carente del bagaje y la audacia imprescindibles para construir un relato convincente e inspirador, Rescate RD, a través de su vocero Miguel Vargas, echó mano a una retahíla de negatividades y las imputó al oficialismo. No conforme, recurrió al espantajo del caos y del naufragio institucional. Poco faltó para proclamar la disolución de la nación dominicana.

Cerca de un centenar de adjetivos tremebundos mecharon un discurso con resonancias del pronunciado por Leonel Fernández el pasado 22 de febrero sobre los resultados de las elecciones municipales. Reapareció el 22 % del sufragio por el oficialismo demostrativo de la desafección popular -como si los rescatistas no hubieran participado en esas mismas elecciones y sufrido resultados mucho peores-, la compra de votos y opositores, la abstención inducida, el uso del dinero público, etcétera. Cero autocrítica que permitiera creer en la sinceridad de las palabras.

No fue discurso que, sin renunciar a provocar emociones, se afincara en la racionalidad política. Con lenguaje hinchado, Rescate RD hizo una apuesta maniquea: de un lado, un gobierno fracasado y perverso; del otro, tres partidos adánicos que, unidos y triunfantes en una segunda vuelta, recobrarán el paraíso perdido.

El convencimiento de que la ciudadanía ha mutado en audiencia «con ganas de premiar o castigar, al estilo de la telerrealidad», parece haber decidido los contenidos del ya desvaído acto que no he resistido comentar.  Pero ni en esto fueron creativos. La insistencia en la catástrofe y el miedo, apelando a una suerte de «hechos alternativos» al mejor estilo trumpiano, desperdició la oportunidad de insuflar optimismo y confianza a seguidores y a probables votantes.

En lugar de la unidad inmediata, los partidos reafirmaron que medirán en mayo las fuerzas respectivas; egos reinando sobre la conveniencia política. No fue previsión partidista para conservar identidades, que en otra coyuntura sería razonable, sino hostilidad  mal disimulada. La exhortación a trabajar por el triunfo sonó retórica.

Como si lo patente en el discurso necesitara de hincapié gestual, el «abrazo» entre Leonel Fernández y Danilo Medina confirmó ante el ojo público el despego mutuo. En el vademécum de los abrazos, el de ellos, protagonistas del momento, es llamado «puente de Londres» y se lee como expresión de incomodidad y desconfianza, de incapacidad para el acuerdo. Es decir, lenguaje no verbal que radiografía el futuro inmediato del coyuntural agrupamiento.

TEMAS -

Aspirante a opinadora, con más miedo que vergüenza.