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La calle Moca y Johnny Ventura

“En predios de Moca se cabalga en tierra mayor y el imperioso deseo de postrarse, como los árabes, contra el suelo y besarlo admirativamente. Y es porque en estas tierras de Moca es donde la naturaleza, siempre voluble, ha refinado con más oriental sensualismo su coquetería repartidora. Tierra negra, provista de una capa vegetal tan gruesa que convierte a Moca en Jauja del Cibao. Tierra que alienta al sembrador, revelada como la Princesa Durmiente del Bosque y por extraño azar villa heroica que provee a nuestra historia de rudas páginas brillantes de martirio, de abnegación y patriotismo”.

Arturo Logroño

(Listín Diario, 1918)

“Es una costumbre, muy vieja ya en mí, la de acudir a las redacciones de los periódicos siempre que llego en romería artística a una ciudad extraña, no en busca, por supuesto, de un saludo cordial en los ‘ecos sociales’, si no en tareas más nobles como es la de buscar a los artistas, a los pobres soñadores que se entretienen llenando cuartillas en las mesas polvorosas, como consolándose con llevar en la retina la imagen de alguna muchachita triste y en las manos las trenzas ensortijadas de la última novia muerta...Y en el periódico mocano El Independiente me encontré con Eleuterio de León, alma azul que también vive entregada al dolor ideal de la literatura, quien me ilustró con una obra que está preparando, de índole estrictamente nacionalista, y que será prologada por el culto escritor Enrique Apolinar Henríquez...Tropecé súbitamente con un poeta exquisito, rimador entusiasta y apolíneo cuyas alas blancas de cisne patriarcal aún no ha podido cortar la cuchilla vil del positivismo...Se trata de Luis M. Castillo hijo. El dulce portalira. Poeta que vació en el ambiente fresco de la hora el ánfora de su lirismo...Las horas siguieron su danza vertiginosa y cuando el poeta se alejó por fin de mi lado le vi perderse en la ciudad mocana eternamente dormida, como un hombre que habiendo leído a Baudelaire vive constantemente borracho de ensueño y de tristeza. Y quizás, algunas veces, de lirismo y de alcohol...Después, la tarde dejó caer perezosamente su sombrilla como para poder recoger con más libertad el rubí del sol en su sortija. Y, sobre el viaducto, como sobre un espejo, se vio al crepúsculo abrir su cofre para recibir quién sabe qué joya triunfal, quizás la tarde”.

Joaquín Balaguer

(“Una visita a Moca”, La Información, 1923)

“Y hacia la Villa Heroica fuimos empujados nuevamente...Moca se acerca. Ya se divisa el sólido edificio de la Estación terminal. Tres minutos...y, en la Heroica Villa, la misma que ha visto desfilar por sus calles, antaño, ejércitos de sojuzgadores y libertadores...Mi corazón se estremeció de gozo y contento, y no se por qué, en un arranque de emoción, grité: ¡viva la paz y la libertad! Y vivamente desee para mi ciudad natal una metamorfosis en forma humana para haberla estrechado, sediento, loco de entusiasmo, entre mis brazos, fraternalmente, y así dar rienda suelta y abrir cauce a la alegría que inundó todo mi ser. Desde que me interné en el fondo de la ciudad, me sentí feliz, me sentí vivir”.

Pedro A. Reyes Vargas

(La Opinión, Santo Domingo, 1928)

“Vida y salud a ti!, la heroica villa/ que siempre ejemplo de civismo diera./ No empaña tu blasón ni una mancilla/ que tus anales sonrojar pudiera./ En tu seno, ancha fuente de nobleza/ lactaron tus varones su cultura/ sus leyes del honor, la sencillez/ de su trato y su indómita bravura./ Y en tus feraces tierras, el cultivo/ -de riquezas emporio soberano-/ el noble fruto muestra del activo/ infatigable labrador mocano./ ¡Salve, pueblo viril! Fiero, terrible/ cuando te yergues con patriota empuje/ y, ya aprestado a la batalla horrible/ eres león que se sacude y ruge”.

Trina Moya de Vásquez

(“Canto a Moca”, 1929)

“Moca, la hermética, me abrió sus brazos. De lejos, yo la veía, erguida y aislada, como un castillo medieval. Tal era, para mí, su imagen, al través de la distancia. El encanto arábigo de su nombre florecía en ritos de una austeridad hierática. En su gineceo no penetraban la mirada de los profanos. Y en la dulzura edénica de sus prados, competía con la maravilla de sus flores el prodigio de sus deidades. Bajo el azul joyante de su cielo desparramaba sus dones la cornucopia de la abundancia. Tierra labrantía. Regada con el sudor fecundo de sus hombres de trabajo. Paraíso del trópico...Allí recaló mi alma, abrasada de sol, y abrevó en la pura linfa de su cántaro, oh, dulce y bondadosa samaritana”.

Juan Bautista Lamarche

(La Nación, 1945)

“Moca, la villa egregia del Viaducto, a justo título, tiene derechos adquiridos a la reverencia de la República. Suntuoso relicario del heroísmo dominicano, entraña próvida del ubérrimo Cibao, pulmón heroico en el grito rebelde del Coronel Contreras, cuando el país caía, asesinada la Independencia, bajo el yugo extranjero, masa de revólver cuando el coloso de ébano cayó junto a la guásima secular, fulminado por la tragedia, Moca es paradigma de laboriosidad en sus hombres esforzados y valerosos y de puras santas costumbres en sus mujeres gráciles y bellas, encanto de sus tierras milagrosas. Mi homenaje reverente a la ilustre y perínclita villa”.

Arturo Logroño

(1946)

“Pequeña porción del Cibao, ciudad mocana/ pequeña pero muy egregia población/ tú nombre está escrito en la historia quisqueyana/ con caracteres que han arrancado del corazón./ Tu gracia infinita la ostentan tus mujeres/ tus hombres que han dado a la Patria su valor/ y al dar en ofrenda sus vidas, sus deberes cumplieron sin asomo de temor...”

Juan Lockward

(“Ciudad mocana”, 1968)

“Para llegar a ti desde los calurosos predios capitalinos es lisonjero entrar por el camino sombreado de Río Verde, Cutupú y El Caimito. Respirar el perfume de tus campos y llenar los ojos con el verdor de tus praderas. Señora Viaducto, sencilla y generosa e incansablemente laboriosa. Nuevas generaciones se cobijan en ti, mientras lejos de ti muchos hijos te invocan. Madre buena de crianza. Pueblito soñador. Por siempre y hasta siempre Moca”.

Fermín Arias Belliard

(“Señora Viaducto”, 1973)

Moca no es sólo un nombre de pueblo. Moca es una historia. Cantera de heroísmo y de trabajo. La historia dominicana no se puede escribir sin la contribución de los héroes mocanos que enfrentaron tiranos, traidores y vendedores de la Patria. Su nombre de Villa Heroica tiene cerca de un siglo. No fue una designación arbitraria, y ni siquiera de épocas recientes. Fue mucho antes de que, por nueva vez, la sangre de su heroicidad y de su martirio patriótico abonara la tierra dominicana toda para que fuese libre y para que se respetara su soberanía.

Johnny Ventura, a quien todos hemos llorado ante su inesperada partida, amó a Moca como a pocas ciudades del país. Hizo allí amigos y compadres, compartió en sus centros de diversión y en las casas de familias mocanas. Fue querido y admirado. Y él reciprocó siempre la generosa fraternidad mocana. Algunos de sus éxitos musicales salieron de experiencias vividas y contadas en la villa del viaducto. Y uno de sus últimos, junto al gran Juan Luis Guerra, fue una manifestación de amor a Moca. “Cuantos recuerdos guardo de Moca, esa tierra bendita”, llegó a decirme más de una vez, incluso en mi casa donde vino con su esposa a cenar, honrando a mi hogar y a mi familia.

Johnny no estaría de acuerdo con que se eliminara el nombre de Moca para honrar el suyo. Jamás. No necesita ese honor apresurado. Moca habrá de honrar pronto una de sus calles con su nombre, porque él fue muchas veces un visitante ilustre y querido de nuestra comarca. La regidora del Distrito Nacional Nerys Rodríguez encamina la idea de que se designe con el nombre de Johnny Ventura la avenida Quinto Centenario, más propia para un gran bulevar, más amplia y mejor para llevar su nombre y su gloria. Desde el final de la avenida Kennedy hasta la esquina con la carretera Mella. Quinto Centenario es una conmemoración que, en su momento, y aún hoy, crea controversias. Démosle esa gran avenida a Johnny, que, prácticamente, sale de Villa Juana y se interna en la parte oriental. Y los mocanos iremos, a ritmo de güira y tambora, a recordar a “Don José, el de Moca” (“Te digo ahorita”), y a bailar su último gran éxito, “De Moca a París” (“y en Moca el cielo es azuliiiito”). ¡Qué cosa más extraña que la calle cuyo nombre desean eliminar para honrarlo es la de uno de los pueblos que él más amó! La buena intención de la Alcaldesa, Carolina Mejía, la acogemos, los mocanos, en otra vía y en diferente dirección.

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  • Libros

José Rafael Lantigua, escritor, con más de veinte libros publicados. Fundador de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española. De 2004 a 2012 fue ministro de Cultura.