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Panaderos del Alba

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Panaderos del Alba

En 2019 la industria nacional -bajo cuyo rótulo contable no se incluyen las empresas que operan bajo régimen de zona franca- contribuyó con 128 millones de dólares por concepto de exportaciones de azúcar y sus derivados. Pisándole los talones, los productos químicos con 116 millones. A seguidas, las empresas que producen materiales para la construcción exportaron cemento gris por 70 millones y varillas de acero por otros 70 millones. Mientras que los envases y tapas plásticos sumaron 65 millones.

Nuestros rones -que mantienen una presencia de prestigio en un segmento tan competitivo de las bebidas espirituosas y que han sido afectados en los últimos tiempos por prácticas de contrabando de alcoholes y de falsificación del etiquetado- representaron ingresos por 58 millones de dólares bajo el encuadre de industria nacional, a lo que habría que añadir los valores generados por empresas roneras amparadas en sombrillas de zona franca. Por concepto de ventas de cerveza en el exterior se colocaron 18 millones.

Uno de los segmentos más interesantes que emergen cuando se analiza la parrilla de nuestras exportaciones nacionales es el relacionado con los productos de molinería y sus derivados. La harina de trigo mueve 36 millones, las galletas 27 y las pastas alimenticias 7.5 millones, cifras nada desdeñables cuando se las suma: 70.5 millones de dólares.

En la industria de alimentos resaltan los sazonadores y condimentos preparados (considérese que la multinacional suiza Nestlé mantiene una planta en San Cristóbal que elabora a escala regional los afamados productos de la marca Maggi) con 34 millones, y las frutas procesadas con 31 (piénsese en Goya, otra multinacional con planta en dicha provincia, que envasa conservas de frutas y vegetales para el mercado doméstico y de exportación).

Retomando los productos de molinería, conviene consignar el peso que podrían tener en las cifras de exportación referidas algunas empresas de gran calado en nuestra industria.

Molinos Modernos es la división de Corporación Multi-Inversiones (CMI), multinacional guatemalteca dedicada a la producción y comercialización de derivados de cereales en Centroamérica y República Dominicana. En su carta de presentación corporativa, se consigna: “Nuestros productos alimentan la vida de familias de Centroamérica, el Caribe, México y Estados Unidos”, remarcando así su presencia en estos mercados. En nuestro país opera en las antiguas instalaciones de Molinos Dominicanos, en Villa Duarte, ubicadas a la vera del Ozama, en un área en el cobró vida el ingenio La Francia, de capital francés.

Molinos Dominicanos fue parte de las empresas industriales instaladas en la Era de Trujillo en la década del 50, orientadas a sustituir importaciones, como fueran la Fábrica Dominicana de Cemento, FAVIDRIO, FASACO, INDUSPAPEL, Pinturas Dominicanas, CAMI, la Armería, la Industrial Lechera, entre otras. Parte del portafolio de la Corporación de Empresas Estatales (CORDE), fue reformada por la CREP vía capitalización privada en 1998, otorgándosele el control ejecutivo al grupo Malla, fabricante de las pastas Milano y las galletas Hatuey. En el 2002 los Malla traspasaron su participación a los actuales tenedores.

Hoy la empresa produce localmente las harinas Primavera, Blanquita, Panadero, Ozama, así como las pastas Milano, y las galletas de las marcas Hatuey, Fiesta, Guarina, Dino y Can Can.

Otro complejo empresarial de importancia -una historia que se remonta a 1910 en San Pedro de Macorís, cuando el gallego César Iglesias Freire instaló una fábrica de jabón, velas esteáricas y manteca, actividad que se expandiría hacia la producción de aceite de coco, detergentes y otros renglones, con planta en Santo Domingo- es César Iglesias. Con exportaciones a USA, Puerto Rico, Jamaica, Haití, Barbados, Antigua, Curazao, Guyana, Venezuela y Guatemala.

En el campo de la molinería elabora las harinas Trigo de Oro, Don Quijote, Nacional y Aurora. Así como la harina de maíz Doramás y el mejorador de masa Forty Pan. Produce dos líneas de pastas: Del César y Alianza, que cubren una amplia gama de artículos presentados en atractivos empaques. También envasa los cereales El Rey y El León, con llamativos diseños para atraer al consumidor infantil y juvenil. Otros alimentos incluyen la Avena del Molino y las sopas de fideos ramen Kinsu.

César Iglesias integra en su portafolio otras líneas de productos, como jabones de lavar y de tocador, detergentes, suavizantes, aceites comestibles, papel higiénico, servilletas y toallas. Así como sardinas enlatadas y embutidos.

Un peso pesado con bien ganado prestigio por la calidad de sus procesos es el Grupo Bocel que integra Molinos del Valle del Cibao, con planta en el km 3 ½ de la Carretera Duarte, en Santiago, empresa que se halla establecida desde 1956. Produce las harinas de trigo marcas Princesita, Príncipe, Diana, y Fabulosa.

Desde 2009, en una expansión industrial del grupo, Bocel elabora una esmerada gama de galletas. Las de soda familiares Aviva, finas y crocantes, de verdadera clase mundial, con opciones salada, integral y cereal miel. Las de merienda Princesa (en versiones original, mantequilla e integral). La tradicional María y las galletitas de leche Pizkas que acompañan las habichuelas con dulce. Galletas tipo waffer (Quin), sándwich (Duetto), de leche con figuras animales (Tom Ton), las rellenas Zuma y las saladas Quates.

Para dar más gusto al paladar, de sus hornos salen unos sabrosos bizcochitos de vainilla, chocolate y coco que son una delicia.

Otro fuerte del Grupo Bocel son las pastas alimenticias Princesa y Padova. Canelones, espaguetis, lasaña, espirales, penes, coditos y fideos nido, presentados en vistosos empaques. No resulta fortuito, a la luz de este inventario, que la diligente nueva directora de CEI-RD, Biviana Riveiro, dirigiera temprano sus pasos hacia la planta de Bocel en Santiago para conocer sus instalaciones y las operaciones de exportación de la innovadora familia Reynoso.

En adición a estos casos de molinería, fabricación de pastas y panificación, otras empresas realizan su aporte al dinámico tejido productivo nacional en el ramo de la industria de la harina.

Pan Pepín es una marca que persiste en el mercado. Surgida en 1965 como un meritorio proyecto de panificación industrial y repostería de calidad, unió a la familia Sorrentino (José, alias Pepín, panificador veterano oriundo de La Vega, fundador de operaciones en Caracas y San Juan de Puerto Rico, y su hermano Rafael, médico oncólogo exiliado antitrujillista) con el líder empresarial Hugh Brache. Ya en 1962 los Sorrentino abrieron local en Río Piedras y la marca se halla vigente en el mercado de la Isla del Encanto.

En Dominicana Pan Pepín fue también operada en su momento por el Grupo Malla, que fuera socio privado administrador de Molinos Dominicanos. Algunas de sus tiendas, rotuladas como Pepín Gourmet, ofrecieron excelentes croissants, al impulso del inolvidable Francis Malla, director de marketing.

Hoy, bajo la presidencia del empresario Francisco Álvarez de Ulate, Pan Pepín coloca en las góndolas de los supermercados el sello de sus vigas pioneras de pan de sándwich en versiones de harina blanca e integral en diversos tamaños. Junto a sus bolsas de panecillos buffet, para hamburguesa y hot dog, tostadas integrales, pan molido, palitos de queso, italianos e integrales. Y la línea repostera: bizcochos de pasas y de piña moldeados en aro, así como los Pepinchitos de guineo y vainilla para los pequeñines.

Otros emprendimientos ofertan con éxito sus panes industrializados. Desde Santiago, el sello Lumijor, cuyos iniciadores arrancaron en 1986 con la reventa de los productos de Pepe Postre de Puerto Plata y en 1993 con la elaboración de pan sobao y de agua, ha impuesto su presencia entre los consumidores. Pita integral, molde multigrano, sándwich blanco club, hamburguesa Jumbo, baguette personal, pan de nata.

Bajo la marca Bolin, el grupo homónimo que opera desde 1992 en la Zona Industrial de Herrera, también ha ganado una merecida acreditación de sus productos de panificación. Ofertando vigas súper integrales, blancas, panecillos buffet y las clásicas líneas para hamburguesas y salchichas.

Desde los Frailes III, en Santo Domingo Oriental, un empresario italiano, Luigi Bellinello, ha introducido progresivamente a partir de 1993 una oferta de calidad y diversidad entre los consumidores. Innovador, el sello Molinos del Sol le ha colocado la verdadera etiqueta de integral a la panificación industrial, algo que ahora practican en sus hornos -con masa propia o importada precocida- las principales cadenas de supermercados del país.

Vigas de 7 cereales, mini baguettes, buffet, todos integrales. Galletas de ajo, avena, granola. Palitos (grissinis) Gri Grí con ajonjolí, ajo, queso, e integrales. Unas deliciosas barras de coco y de coco-piña marca Mi Trigo. Con motivo del 25 aniversario de la empresa, en 2018, sus ejecutivos declararon a la prensa que sus productos ya tenían presencia en New York, New Jersey, Filadelfia, Miami, Orlando y Puerto Rico, marcando su vocación exportadora.

En una línea de productos étnicos, figura La Libanesa, que elabora excelentes modalidades de pan pita, incluidos los integrales. La Francesa, aparte sus magníficos turquitos de res y pollo, introdujo la barra cubana para el sándwich cubano, junto a bizcochos de zanahoria y guineo. Hace poco, Nota sacaba de sus hornos en la María de Toledo la mejor telera de huevo y anís del país, y unas crocantes galletas de manteca y ajonjolí. Así como el pan de agua especial para Payán.

La Boulangerie de Naco, France Croissant de la Sarasota y Le Croissant Doré de Los Cacicazgos, levantaron el estandarte de la exquisita panadería y repostería gala en la capital. En Bonao, Miguelina y el Típico Bonao hacen su aporte a los hambrientos viajantes. Lo de Moca tiene su historia.

En la memoria del paladar quedan Quico Caro, Sarnelli, Carbonell, Goyita y tantos otros panaderos del alba.

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José del Castillo Pichardo, ensayista e historiador. Escribe sobre historia económica y cultural, elecciones, política y migraciones. Académico y consultor. Un contertulio que conversa con el tiempo.