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Preservemos la memoria histórica

Es un deber moral honrar la memoria de nuestros héroes, de aquellos hombres y mujeres que tuvieron el coraje de enfrentar la dictadura para rescatar la dignidad del pueblo. Con tal finalidad se creó el Museo Memorial de la Resistencia Dominicana para mantener viva en la memoria de las presentes y futuras generaciones el ejemplo y los ideales de aquellos que ofrendaron sus vidas o colocaron en riesgo su seguridad personal en el combate por la libertad y el ejercicio democrático.

La perdurabilidad de su legado depende, en gran medida, de que seamos capaces de mantener vigente su presencia en la conciencia ciudadana. Para que no sean olvidados, porque es conocida la aleccionadora advertencia del filósofo español Jorge Santayana: “Aquellos que no recuerdan su pasado están condenados a repetirlo”.

Por ello concuerdo, en mérito a esta sabia sentencia, con el oportuno llamado planteado por Eduardo García Michel en su justiciera columna “Loor a la resistencia”, publicada en Diario Libre el 19 del corriente mes. En la cual solicita a las autoridades se le otorgue al Museo Memorial de la Resistencia Dominicana la categoría de Patrimonio Histórico Nacional.

Justo ahora, cuando nos aproximamos, de cara al 30 de mayo venidero, a la celebración del 60 aniversario del ajusticiamiento del tirano. Inicio del fin de una de las más cruentas y longevas dictaduras de América, cuya insania criminal concitara el repudio hemisférico en la célebre conferencia de cancilleres de San José de Costa Rica en agosto de 1960 que impuso sanciones diplomáticas y económicas al régimen de Trujillo.

El Museo Memorial de la Resistencia Dominicana constituye una excelente plataforma para la divulgación de los valores que sustentan los principios democráticos y la promoción de la defensa de los derechos humanos. Su valiosa colección documental conserva esclarecedores testimonios históricos de nuestros luchadores democráticos, lo cual ha merecido ser registrada como Memoria del Mundo por la UNESCO, siendo hoy de esta forma un Patrimonio Histórico de la Humanidad.

En una visita que realizáramos a este centro museográfico junto al historiador Nicolás Sánchez-Albornoz, primer director del Instituto Cervantes de Madrid y combatiente republicano frente al régimen autoritario de Franco, nos manifestó -en presencia de Luisa De Peña, directora del Museo-, su pesar porque en España no existiera una institución de esta naturaleza dedicada a la recuperación y reivindicación de la memoria de aquellos que no tuvieron voz durante la dictadura.

Este Museo cumple una encomiable función educativa, para lo cual mantiene múltiples programas regulares, como las visitas guiadas de estudiantes del sistema educativo nacional, tanto de las escuelas públicas como de los colegios privados. Talleres de verano, concursos literarios y de diseño de motivos patrióticos, exhibición de documentales y películas que exaltan los derechos humanos y la igualdad de la mujer.

Como parte de su función de divulgación, el Museo organiza conferencias y paneles sobre eventos conmemorativos de nuestras luchas libertarias. Publica libros y folletos testimoniales sobre la oposición a la tiranía y edita una revista, en la que colaboran reconocidos autores nacionales y extranjeros.

Su estratégica ubicación, resulta un atractivo para que acudan los turistas que visitan la zona colonial de nuestra Ciudad Primada de América. Cuna por demás de la doctrina de los derechos universales de los hombres, desde aquel sermón de Fray Antón de Montesinos, EN 1511.

Actualmente, la absurda situación que afecta a este Museo es grave y requiere rápida solución. Cuesta creer que pequeños intereses personales perjudiquen el desempeño de una institución meritoria de carácter educativo, cuya misión ha sido enseñar a estudiantes, formar a docentes e ilustrar al público en general, sobre la lucha sostenida por el pueblo dominicano para librarse del oprobio de la feroz dictadura de Trujillo y garantizar que estos hechos nunca vuelvan a repetirse. Porque como dijera Ernesto Sábato: “no hay dictaduras malas y dictaduras buenas, todas son igualmente abominables”.

Los museos conservan la historia y la herencia cultural de los pueblos. Son centros del saber, al preservar, estudiar y divulgar parte del acervo patrimonial de la humanidad. Por eso merecen ser protegidos. A fin de garantizar su valioso contenido y función. Es un compromiso moral mantener abiertas las salas del Museo Memorial de la Resistencia Dominicana para que siga irradiando luz sobre nuestra memoria histórica. Es de justicia sea declarado Patrimonio Cultural de la Nación.

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