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Congreso Nacional
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El Congreso Nacional y la necesaria transformación

El Congreso Nacional tiene que hacer un gran trabajo para fortalecer su imagen institucional y asumir con mayor responsabilidad el papel que le asigna la Constitución de la República. De sus acciones depende, en gran medida, la transformación que demanda la sociedad para lograr la fortaleza de las instituciones del Estado y el desarrollo del país.

República Dominicana es un país donde el Ejecutivo asume controles y posiciones por encima de los demás poderes, independientemente de la independencia que declara la Carta Sustantiva al establecer tres poderes del Estado (Legislativo, Ejecutivo y Judicial); el Congreso Nacional –compuesto por la Cámara de Diputados y el Senado de la República- es el principal poder del Estado y debe actuar como tal. Eso tiene que manifestarse en la práctica, en las acciones de sus integrantes, en las decisiones de estos órganos legislativos.

Eduardo Estrella, presidente del Senado, santiaguero y hombre de probada capacidad, gerencia y probidad; Alfredo Pacheco, dirigente del oficialista Partido Revolucionario Moderno (PRM), por segunda ocasión como presidente de la Cámara de Diputados, tienen la responsabilidad e importante tarea de impulsar una revisión interna y eliminar prácticas cuestionadas –a las que la mayoría todavía se resiste a renunciar-, en un proceso de autocrítica para impulsar los cambios que demanda esa institución. De ellos dos depende crear condiciones que contribuyan con las políticas de transparencia que anhela nuestra gente.

La sociedad les ha dado el mandato de elegir a representantes de órganos fundamentales para la nación, como la Junta Central Electoral (JCE), que en primera instancia ha sido buena la decisión de los senadores; elegir una Cámara de Cuentas que garantice los mecanismos de seguridad y fiscalización para la transparencia, y el Defensor del Pueblo, para una buena defensa de los derechos fundamentales y los intereses colectivos. De estas dos últimas, como manda la Constitución, los diputados eligen las ternas y el Senado decide quién o quiénes ocupan esas posiciones.

Además, lograr que los senadores y diputados se despojen de privilegios irritantes como “el barrilito y el cofrecito”, de manera que el Congreso Nacional pueda promover y defender la transparencia sin cuestionamientos, sin mirarse el ombligo; rendir cuentas de manera regular, despojar de su investidura a los que no acudan a sesiones y cometan otras violaciones especificadas; desempeñar el papel de fiscalización que tiene por mandato constitucional de los informes del Poder Ejecutivo, tomando como base los informes de la Cámara de Cuentas, y rescatar la independencia del Poder Legislativo, para que en términos reales deje de ser un instrumento del Poder Ejecutivo.

El clamor de nuestro pueblo es que no se toleren violaciones a normas muy bien definidas, que dejemos atrás las imposiciones de un poder sobre otros poderes del Estado que impiden romper los lazos que atan a un Estado corrupto, que se terminen las componendas que alimentan la impunidad; reclaman que los senadores y diputados se levanten como su mejor representación, y dejen sin alternativas u opciones a los que promueven el deterioro institucional.

Las responsabilidades delegadas en el Congreso Nacional están bien definidas, pero además de legislar –que es su función principal-, si cumplieran con los aspectos que estamos señalando, los nuevos legisladores harán una gran contribución a la institucionalidad, a la construcción de un Estado fuerte. Los tiempos de excusas para corregir las debilidades institucionales, de apañar actos que violen nuestra Constitución y las leyes, deben terminar; la población demanda cambios reales y ha dado señales de no tolerar la continuidad de prácticas cuestionadas. Es la oportunidad de los legisladores de demostrar su compromiso con el pueblo que delegó en ellos su representación; también, es la gran oportunidad de don Eduardo Estrella y Alfredo Pacheco para manifestar su compromiso con la Patria. ¿Estarán dispuestos a hacerlo y asumir las consecuencias?

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